El tema de la demencia senil es algo que por desgracia podemos ver a nuestro alrededor cada vez más, en nuestras personas mayores. Yo lo sufrí en mi familia, a mi abuelo se lo diagnosticaron con unos 72 años, al final tuvimos que acudir a un centro especializado. Nos recomendaron el centro residencial Benviure, que se encuentra en Barcelona y cuenta con un equipo especializado en esta enfermedad. Pero es que no solo ayudan a las personas que la tienen, si no también a las familias, que también sufren bastante por ver a sus seres queridos en esas condiciones.
Acudimos allí, y la verdad que fue la mejor decisión que tomamos. Estamos muy agradecidos porque realmente, vimos mejora en mi abuelo. Por desgracia es una enfermedad que de momento, no tiene cura, pero sinceramente tengo fe en que el avance la ciencia pronto pueda encontrar algo para pararlo, se sufre mucho.
UNA VIDA ENRIQUECIDA
Mi abuelo ha sido siempre una persona que le ha gustado mucho los idiomas. Desde pequeño, debido a que sus padres tuvieron que emigrar a otro país debido a las condiciones que tenían, que eran muy malas, él aprendió otro idioma, y no le costó mucho porque claro después de verlo día a día, y que desde pequeños se nos quedan mejor las cosas… pues en seguida tuvo dos idiomas. A sus padres les costó más aprenderlo, cuanto más mayores más cuesta memorizar, eso lo sabemos todos.
Pues resulta que cuando volvieron a España, le dio por aprender un par de idiomas más, idiomas que el decía que le servían para mucho, para abrirse ante el mundo y poder viajar y conocer culturas y países. A la edad de 27 años ya sabía cuatro idiomas… pero vamos que he de deciros que uno de ellos era una lengua muerta, que él seguía diciendo que le valía, aunque nunca entendí por qué.
Siempre me ha dicho que me anime a salir del país aunque sea por un tiempo, para aprender idiomas, que es lo que a la larga, más enriquece al alma. Porque ello te permite irte sin problemas a otros países, hablar e intercambiar ideas con la gente de allí, conocerles, conocer su cultura, sus costumbres, el por qué hacen unas cosas, y por qué no hacen otras. Cosas que quizás nos parezca raro que hagan, pero que normalmente tienen su por qué, y es que es algo maravilloso llegar a entender el por qué de muchas cosas. El día que cumplí 22 años, me regaló un pequeño viaje a África, un sitio donde lógicamente la cultura es muy distinta a la nuestra, en todos los aspectos.
Os puedo asegurar, que en dos semanas que pasamos allí, aprendí tanto, tantísimo… que volví siendo casi otra persona. No es que cambiara mi personalidad cien por cien ni mucho menos, pero pienso que si que crecí como persona. Aprendí a valorar cosas que para nosotros son tonterías, pero para ellos eran cosas realmente valiosas.
Aprendí a que el ser humano puede llegar a tener una bondad inmensa, y que si nos ayudásemos más los unos a los otros, podríamos hacer de este, un mundo mejor. Que no solo miremos por nuestros intereses, ni por la gente más cercana que tenemos. Que si aprendemos a mirar con otra perspectiva, descubriríamos a gente genial, de la que podemos aprender mucho, y a la que podemos enseñar muchas cosas también. De la que poder enriquecernos.
En resumen, os aconsejo, que ya sea por aprender idiomas, por curiosidad, por ver otras culturas… viajéis siempre que podáis.