Dicen que los traductores jurados son los profesionales más expertos que hay en un idioma y, por eso, es a ellos a quien recurre el Estado para verificar documentos oficiales traducidos de otras lenguas. En otras palabras, que si necesitas presentar un título obtenido en un país con un idioma diferente al nuestro o un documento proveniente de un país extranjero, además de comprobar que podemos validarlo en España (todo depende de los acuerdos que se tenga), también debemos contar con los servicios de un traductor jurado que rubrique que el documento traducido es totalmente fiel al oficial.
Ahora bien, que sean los mayores expertos que hay en algo no significa que no se puedan equivocar. Incluso los mayores genios que nos ha dado la historia como Albert Einstein, Newton o Darwin, podían equivocarse. Yo llevo muchos años trabajando con esta agencia de traducción jurada en Barcelona (Eikatrad) y puedo corroborar que hacen un trabajo excelente y nunca, jamás, han cometido conmigo un fallo, ahora bien, nadie es perfecto. Tanto ellos como cualquiera puede cometer un error y os puedo asegurar que en traducción, hay muchos, sobre todo en cuestiones de interpretación simultanea.
Equivocaciones las tiene todo el mundo
¿Sabéis por qué el Moisés de Miguel Ángel es una escultura que fue creada con dos cuernos? Pues, por lo visto, San Jerónimo recibió el encargo de realizar la transcripción al latín de La Vulgata, un fragmento de la Biblia, y cometió el error de confundir la expresión “keren or” referida al resplandeciente rostro de Moisés, con la palabra “cuernos”. Posteriormente, cuando Miguel Ángel esculpió la figura, decidió incluir en su obra el error de San Jerónimo que, por aquel entonces, se había convertido en el patrón de los traductores y, en su honor, el 30 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Traducción.
Otro que la lió mucho fue el intérprete del presidente estadounidense Jimmy Carter. El político quiso, en 1977, ganarse al pueblo de Polonia y elaboró un discurso muy amigable. Sin embargo, el intérprete simultáneo que traducía todo lo que el presidente decía, comunicó a los polacos cosas que muy poco tenían que ver con el mensaje que Carter quería transmitir. La inocente frase de “Salí esta mañana de Estados Unidos” se tradujo como “he dejado Estados Unidos para no volver nunca” y la afirmación de “he venido para conocer vuestras opiniones y entender vuestros deseos de futuro” se tradujo de forma que parecía que el presidente tenía deseos sexuales por los polacos.
Cuando el astrónomo italiano Giovanni Virginio Schiaparelli comenzó a registrar un mapa de la superficie de Marte, no conocer bien el idioma provocó un maltentendido de magnitudes galácticas en 1877. Giovanni utilizó palabras como “Mar” y Continente” para distinguir entre las áreas claras y oscuras del mapa, y “canales” para denominar algunas formas en la representación del planeta. Eso provocó que sus colegas estadounidenses pensaran que el italiano hablaba de canales reales construidos por vida inteligente y se lanzaron a describir cientos de ellos publicando, incluso, libros que explicaban estas “estructuras artificiales” construidas por brillantes ingenieros marcianos. Actualmente se sabe que sólo fue un error de traducción que cometió el italiano al intentar expresar que las formas que se veían se asemejaban a canales, no que fueran canales construidos per se.
Pero al final, estos son errores simpáticos que, hasta ahora, tan tenido fácil solución. El problema es cuando el error trae consigo consecuencias demasiado graves. En 1956, en medio de la conocida Guerra Fría, el líder soviético Khrushchev aseguró que “aunque no lo quieran, la historia está de nuestro lado. Los venceremos”. Esas fueron sus palabras, pero no lo que se tradujo al pueblo americano. Mientras que Khrushchev intentaba dejar claro que el comunismo viviría más que el capitalismo, los estadounidenses escucharon al líder decir que los soviéticos iban a enterrar a los embajadores occidentales presentes en un banquete en la embajada polaca en Moscú. Por sierte, el error no paso a mayores pero faltó muy poco para que la Guerra Fría colapsara totalmente.
¿Conoces alguna historia más sobre fallos de traducción en la historia de la humanidad? ¡Cuéntanoslos!