Importancia del lenguaje en medicina

El lenguaje es algo inherente a la vida, una forma de comunicación imprescindible que une (o desune) a las personas y facilita el contacto entre las mismas. Resulta imposible no comunicarse de algún modo, con el habla, signos o gestos, así como ruidos de diversa índole. La manera de hacerlo depende de la persona y la situación. Lo importante es hacerse entender y mantener la comunicación. Aunque cabe señalar que, en muchas ocasiones, lo mejor es tener la boca cerrada y no comunicar nada, pero eso es otra cuestión. Aquí hablamos del lenguaje, como facultad que posee el ser humano para poder comunicarse con los demás, ya sea mediante el sistema articulado o el uso de otro tipo de signos.

De lo que se deriva que podamos encontrar el lenguaje oral, escrito y de signos, con sus diversas particularidades y técnicas o métodos. El lenguaje, como decimos es inherente a la vida y ser humano, puesto que sin lenguaje, la comunicación no sería posible. Este hecho lo podemos comprobar desde el mismo nacimiento, cuando a medida que los bebés van creciendo, aprender a distinguir los sonidos del habla y los gestos. Al mismo tiempo que existe el lenguaje corporal del cual somos mucho menos conscientes.

Todo esto merece una reflexión profunda, sobre todo cuando nos referimos a ciertos ámbitos, donde le lenguaje, cobra todavía mayor relevancia por los mensajes que se transmiten. Algo que no prima en los médicos, todo sea dicho de paso. Sin embargo, la claridad y familiaridad, confianza y respeto transmitido, resulta esencial para los pacientes, de tal manera que hemos decido hablar de la relevancia del leguaje en medicina. Algo verdaderamente importante, a lo que no se le presta la atención necesaria en infinidad de casos.

Comunicación medica más allá del tecnicismo

Resulta necesario señalar la importancia que tiene el lenguaje dentro de la práctica clínica, sobre todo en la relación médico-paciente, algo que tienen muy presente en el Centro Quirúrgico Calero y Manzano. Sin embargo, pese a que es fácil escuchar a los pacientes, decir que no han entendido nada de lo que les ha dicho el médico, o quejarse de la brusquedad el mismo al dar cierto tipo de noticias, no parece que se preste la atención adecuada.

Partiendo de la base de que el lenguaje no es otra cosa que el vehículo que permite compartir el conocimiento y un medio que hace que podamos expresar y comunicar nuestros valores o pensamientos a los demás, en medicina, la función cuenta con otro nivel: transmitir información relevante entre el paciente y el médico o viceversa. En este caso, además, con el potencial añadido de dar forma a la relación terapéutica y transmitir confianza. La manera en la que un médico se expresa, así como el uso de ciertas frases o palabras, puede afectar en gran medida (para bien o para mal), la manera en la que el paciente ve su salud y su enfermedad. Al mismo tiempo que refleja las percepciones y prejuicio que un profesional de la salud tenga sobre sus pacientes o ejercer influencia en el cuidado médico necesario o los tratamientos propuestos.

No solo es importante el lenguaje que los médicos utilizan para comunicarse con los pacientes, también lo es a la hora de relacionarse con los compañeros de profesión, dado que el lenguaje dentro del contexto sanitario ejerce influencia en la manera de pensar, hablar y actuar. Esto puede perpetuar sesgos y prejuicios ya integrados en el imaginario colectivo y que influyen de forma negativa.

Existen diversos estudios que avalan la importancia que tiene el lenguaje dentro del ámbito de la medicina, demostrando el impacto positivo que emana en lo que a la toma de decisiones compartidas respecta y, mejorando la confianza en la relación entre médico y paciente. Por todos es sabido que históricamente se utilizaba en este ámbito un lenguaje despectivo y en cierto grado humillante, universalmente reconocido como inaceptable. Utilizar un lenguaje que menosprecia, pone en duda o hace sentir culpable al paciente, sigue vigente en la actualidad y es utilizado de forma común, tanto a nivel verbal como escrito. Lo que se considera inaceptable y se pretende modificar.

Dentro del contexto médico, sería muy difícil confeccionar una lista que contuviera, todas las palabras o frases que se consideran especialmente dañinas. Aunque si es posible poner algunos ejemplos que se producen de forma frecuente dentro de la práctica clínica y, los pacientes señalan como negativo o, incluso, se encuentran descritos dentro de la literatura médica.

Antes de pasar a enumerar los tipos de lenguaje utilizados en el ámbito de la salud, debemos señalar que existen profesionales que se comunican de forma eficaz y brindando la confianza y el apoyo necesario a sus pacientes.

Poner en duda, posicionar o culpabilizar

Sin duda estos tipos de lenguaje, son los más habituales dentro del mundo de la medicina. Algunas de las expresiones utilizadas con mayor frecuente dentro de la práctica clínica, proyectan de manera implícita, una sombra de duda respecto a la experiencia del paciente o implica un aire petulante. Como ejemplo, la palabra queja, “el paciente se queja de dolor”, esta palabra ya tiene su connotación negativa. En consecuencia podría sustituirse por “problema” o “preocupación” que sugiere comprensión y empatía.

Dentro de las historias clínicas, es frecuente por parte de los médicos, utilizar un lenguaje que cuestiona la veracidad y autenticidad de los síntomas descritos. Es fácil que se sustituya la ausencia de síntomas por palabras como el paciente “niega”. Negar es un rechazo a admitir una verdad o la existencia de algo, por lo que el término puede insinuar desconfianza.

En un estudio en que se sometió a estudio la reacción de algunos pacientes a los informes o notas evolutivas confeccionados por los médicos, la respuesta fue negativa al lenguaje que cuestiona la validez de sus experiencias. Algunos llegaron a decir, que no negaban ciertas cosas, simplemente, no las sentían. Con lo que se demuestras que el lenguaje importa y mucho. Otro ejemplo lo encontramos en el contraste utilizado a la hora de describir los síntomas descritos por el paciente y las observaciones del profesional sanitario: observamos, encontramos, impresiona o similares en lugar de “el doctor o doctora, refiere no haber auscultado soplos en la exploración”.

Pasamos al uso del lenguaje de manera que se posiciona al paciente como una parte pasiva o infantil. Aspecto poco positivo y agradable para el paciente, todo hay que decirlo. En gran medida, el lenguaje utilizado por los profesionales de la medicina, posicionan al paciente como objeto de las acciones que lleva a cabo el profesional. Con esta forma de actuar, confiere al paciente pasividad enfatizando el poder del médico. Para que lo veamos más claro, los “médicos aceptan un caso” o “envían al paciente a casa”.

Este tipo de lenguaje en particular, se utiliza con mucha frecuencia y resulta muy clarificador en casos concretos como la diabetes. Existe cierto autoritarismo a la hora de decir que los pacientes no tienen permitido el consumo de ciertos alimentos, todo porque lo dice su médico. Este tipo de lenguaje puede resultar frustrante y molesto, pero para algunos adopta una tónica infantil, describiendo el efecto como ser “desobediente” o “haberse portado bien”, o lo que resulta más gracioso, la afirmación que el médico los va a “regañar”.

Esto nos lleva al autoritarismo que refleja la palabra “cumplimiento” o “no cumplimiento”, en lo que respecta a la toma de la medicación, sugiriendo que el paciente debe obedecer y cumplir con todo lo que recomienda el doctor. Aquellos pacientes que se catalogan en su historial como no cumplidores del tratamiento, no sienten que se refleje la realidad, prefiriendo el término adherencia que sugiere alternativa o toma compartida de decisiones.

Por último, encontramos el lenguaje que culpabiliza a los pacientes. En este sentido el problema reside en el uso de un lenguaje que, de manera implícita, culpabiliza al paciente de los resultados negativos. Siguiendo con el ejemplo de la diabetes, los pacientes encuentran negativo el uso de la frase “diabético mal controlado”, pues se sienten juzgados. Algunos pacientes pueden tener dificultades para el manejo de sus problemas de salud por circunstancias que se escapan a su control.

Otro ejemplo lo encontramos en el tipo de lenguaje utilizado en el abuso de sustancias, no es lo mismo decir “consumidor de tóxicos” que “paciente con trastorno de abuso de sustancias”. El primero denota culpabilidad por parte del paciente, con lo que hay que tomar otras medidas.

Podríamos seguir citando ejemplos, pero no acabaríamos nunca. La mayoría hemos pasado por estas situaciones, por lo que sabemos de qué va la cuestión. Se trata de algo que se encuentra muy interiorizado dentro de la práctica clínica habitual, lo que hace que se utilice de forma inconsciente. Lo cual no quiere decir que sea positivo, al contrario se considera como un tipo de lenguaje obsoleto y dañino para la relación entre médico y paciente.

En conclusión, el ámbito de la medicina, debería cambiar su lenguaje y realizar las modificaciones oportunas para poder facilitar la confianza, equilibrar la relación de poder y la toma de decisiones compartidas. Esto no implica perjuicio para el paciente y constituye un paso importante con un impacto muy positivo a la hora de establecer relaciones de confianza.

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