Uno puede pensar que la filosofía es esa apasionante asignatura que estudiamos en enseñanza media y que da pie a interesantes conversaciones profundas. Más allá de un ejercicio intelectual, la filosofía ha sido crucial para aglutinar a la sociedad y hacerla avanzar a lo largo de la historia. Cada cambio social, científico y político importante ha venido precedido de una toma de posición filosófica. Profundicemos un poco en el tema y veamos qué importante es la filosofía para el crecimiento colectivo e individual.
Dice la web educativa Euronova que la filosofía es una disciplina que intenta comprender el mundo y la existencia humana. Su importancia radica en que pretende dar respuesta a preguntas trascendentales que se formula el ser humano como ¿Quiénes somos?, ¿a dónde vamos?, ¿de dónde venimos?
La filosofía es una representación global del mundo. Decía Carlos Marx que hasta el siglo XIX todos los filósofos habían intentado interpretar el mundo y que ahora llegaba el momento de transformarlo. Algo que en profundidad no se ha conseguido, pero si nos paramos a reflexionar, el pensamiento humano ha evolucionado bastante desde el nacimiento de la filosofía en la antigua Grecia. Y lo ha hecho parejo al desarrollo de la sociedad.
El hecho de que nos cuestionemos el mundo en el que vivimos es un paso previo para intentar transformarlo. Editoriales como Torre de Babel Ediciones consideran fundamental difundir el conocimiento de la filosofía. Una herramienta al alcance de todos, clave para desarrollar un pensamiento crítico.
El origen de la filosofía.
Desde que el hombre adquiere conciencia, antes del desarrollo de la civilización, intenta explicarse el mundo por medio de mitos y leyendas. Era una forma de entender qué hacía él en el planeta y de dar explicación a fenómenos que no podía controlar. El pensamiento humano está presente desde la prehistoria. Se aprecia en los monumentos funerarios, en los que detrás de ellos hay toda una concepción mental elaborada.
Con el desarrollo de la civilización llega un momento en el que la mitología no puede explicar el mundo y hay que recurrir al pensamiento racional. La filosofía, la búsqueda de la sabiduría, surge por una necesidad material. La Grecia clásica llega a un nivel de desarrollo y de división social del trabajo que un conjunto de leyendas no puede dar explicación a por qué el hombre tiene que dividirse en grupos sociales.
En Atenas existían tres grandes clases sociales: Los ciudadanos, hombres libres o politai, que podían decidir sobre los asuntos de la ciudad; los meleteos, hombres libres que podían participar en ritos religiosos y manifestaciones culturales, pero que no tenían derecho a tener tierras ni a participar en política; y los esclavos, hombres no libres que eran propiedad de otras personas y realizaban las tareas productivas.
Además, los politai (ciudadanos) se dividían en 4 grandes ramas: los militares, que se encargaban de proteger la ciudad y mantener el orden, los magistrados, que formaban parte de la Bulé, la asamblea que se encargaba de concretar en leyes las decisiones políticas, los tribunales que hacían cumplir dichas leyes y el resto de la sociedad.
Dice la web Mimosa que los filósofos griegos llegaron al acuerdo de que la filosofía nace con Tales de Mileto, en el siglo VII antes de Cristo, con ello aparece una nueva forma de pensamiento. En un primer momento, la filosofía está muy ligada a la ciencia. Es el caso de Pitágoras, que fue filósofo, astrónomo y matemático.
Después el pensamiento va evolucionando con Parménides, que afirma que el ser era eterno, inmutable e indivisible. O Eráclito, que acuñó el término del “devenir”, por el cual todo estaba en continuo movimiento y el mundo era una sucesión cíclica de nacimiento, desarrollo y muerte. Es el paso del mito al logo. De interpretar el mundo con la mitología a buscar una explicación racional.
Los filósofos forman escuelas, y comparten sus conocimientos con sus discípulos, los cuales desarrollarán el pensamiento del maestro, dando lugar a planteamientos más complejos. El más famoso de ellos fue Sócrates, que acuñó el lema de “Solo sé que no sé nada”, lo cual suponía una predisposición mental al conocimiento y a la investigación.
El alumno de Sócrates, Platón, vio la necesidad de reflejar sus conclusiones en escritos, En su libro “La Caverna” establece que existen tres tipos de alma. El alma racional que se corresponde con la búsqueda de la justicia y de la sabiduría, y que es predominante entre filósofos, políticos y hombres de ciencia, y cuya misión en la vida es alcanzar el mundo de las ideas. El alma irascible, relacionado con la protección de la vida y de la sociedad, materializada en militares y guerreros, y el alma concupiscible, que representa las bajas pasiones, presente en campesinos, artesanos y comerciantes.
Para Platón el alma es inmortal y se va encarnando en cuerpos de manera sucesiva. Los hombres se organizan en diferentes grupos sociales en función de su alma predominante. De esta forma, Platón le da una justificación teórica a la sociedad ateniense del momento.
La filosofía y la ciencia.
Para que Galileo Galilei llegue a formular que la tierra da vueltas alrededor del sol y de que los planetas están en continuo movimiento, se tiene que desarrollar antes la filosofía humanista. Si no, jamás Galileo hubiera estudiado el movimiento de los planetas.
La ideología dominante en el feudalismo está jerarquizada en torno a la idea de Dios. Filósofos como San Agustín, en el cristianismo, o Averroes, para el islam, adaptan el pensamiento de los filósofos griegos a la determinación divina. La gente nace, enferma y se muere porque así lo decide Dios. Una persona nace y muere noble por la gracia de Dios o es un siervo por decisión divina.
Con el nacimiento de la burguesía y la evolución del comercio internacional se empieza a desarrollar un pensamiento crítico que cuestiona los dogmas de fe impuestos por la religión. La filosofía humanista coloca al hombre en el centro del pensamiento y desplaza al Dios omnipotente del eje principal en la interpretación del mundo. Así surge el racionalismo de Descartes, que afirma la tesis de que “pienso, luego existo”. La existencia no viene determinada por una fuerza externa, sino por una acción consciente del individuo. O el empirismo de Hume, que afirma que solo existe aquello que podemos percibir por los sentidos.
Este cambio en la filosofía será decisivo para que Galileo llegue a sus conclusiones científicas o para que el médico aragonés Miguel Servet descubra la circulación pulmonar de la sangre.
Otro momento importante en el que la filosofía influye en el avance de la ciencia son los avances científicos de principios del siglo XX. A principios del siglo XIX, el filósofo alemán Hegel formula la dialéctica hegeliana, por el cual, el conocimiento avanza mediante la contraposición de una idea con su opuesto. Un modelo de pensamiento estructurado en tesis, antítesis, síntesis. Esto permite cuestionar todas las verdades formuladas, para llegar a una conclusión superior.
La dialéctica hegeliana fue uno de los puntos de partida del Marxismo, que además de ser una teoría política, es una corriente filosófica, el materialismo dialéctico. Pero es que, además, este punto de vista, de cuestionar lo establecido, influye en la aparición del psicoanálisis, en la teoría de la relatividad de Einstein o en el principio de incertidumbre sobre el que se cimienta la física cuántica.
Gracias a este punto de vista filosófico se rompió con la física mecánica de Newton y se llegó a niveles de conocimiento impensables hasta ese momento. Prácticamente, la física teórica se paraliza a mediados del siglo XX y hoy en día seguimos viviendo de la aplicación tecnológica de aquellas teorías.
Los librepensadores.
Podemos pensar que la filosofía es algo abstracto, alejado de la vida y del mundo. No es cierto. Filósofos como Nietzsche o Marx han inspirado, y sigue inspirando, movimientos sociales por todo el mundo.
Estudiar filosofía contribuye a crear un pensamiento crítico y autónomo beneficioso para hacer avanzar la sociedad y para convertirnos en personas más libres y con criterio. Capaces de cuestionar las ideas dominantes o de argumentar teóricamente nuestros postulados.
Filósofos españoles como Ortega y Gasset y Unamuno criticaron en su día el atraso endémico que arrastraba la sociedad española. Sus posiciones fueron decisivas para que apareciera la Segunda República. Un intento por construir un país independiente, avanzado y basado en la justicia social, con una visión de futuro. Uno de sus principales ejes fue desarrollar el sistema educativo. Sacando a millones de personas del analfabetismo y llevando la educación allá donde hubiera alguien que quisiera estudiar, con independencia de su poder adquisitivo.
España ha tenido siempre una importante tradición de estudios de humanidades. Donde se estudiaba filosofía, historia, literatura, arte, etc. Hoy se han quedado en un segundo plano, acusados de ser estudios poco rentables económicamente. Quizás la filosofía no nos haga ricos, pero si nos hace más libres. Es importante integrarla en nuestra formación intelectual.
La filosofía ha sido fundamental en el avance del pensamiento y lo seguirá siendo en un futuro. Una herramienta hacia un mundo de hombres libres que piensan por su cuenta.