Yo acudo siempre a mi dentista de confianza, la clínica Periodoncia Calzavara y Morante, en Madrid, y allí, en la sala de espera, la semana pasada entablé amistad con otro de los pacientes que estaba sentado aguardando su turno. Le comenté que estaba allí para una simple revisión anual y que era periodista y le hablé de que algunas ocasiones escribía artículos también sobre salud. Él, por su parte, me explicó que se encontraba esperando para que le examinasen los odontólogos y le diesen solución a un problema genético por el que no le enraizaban bien los dientes y los estaba comenzando a perder a una edad muy temprano. De hecho, posiblemente la mejor solución sería retirarle los pocos que le quedaban en pie aunque moviéndose mucho, y directamente colocarle una nueva dentadura, con la que tendría que acostumbrarse de nuevo a hablar, ya que como había visto en sus hermanos, con la misma afección, la dicción variaba un poco. Y en medio de esta conversación surgió la idea de comentarle que durante mis años de facultad, cuando estudiaba Periodismo, dimos unas clases específicas de radio donde aprendimos unos trucos de dicción para aquellos que no hablábamos de forma correcta o debíamos esconder nuestros acentos de origen. Los compartí con él, pero me parece algo tan útil que quiero dejarlos también por escrito aquí por si os pueden servir de ayuda a algunos de vosotros.
Consejos
- Uno de los trucos más sencillos y que seguramente alguna vez habréis visto hacer a alguien es leer con un lápiz o con un bolígrafo entre los dientes. El querer leer correctamente y ser entendidos nos obliga a hacer un esfuerzo por volvernos inteligibles, lo que favorece después nuestra dicción cuando ya no tenemos este artículo entre los dientes. Es recomendable hacerlo durante una hora al día mientras no acabamos de perder el acento propio de algunas partes de España o vocalizar correctamente.
- Uno de los problemas que vimos también durante las clases en mi facultad, la Complutense, muy recomendable por cierto para quienes deseen estudiar carreras relacionadas con la comunicación, fue que muchos de nosotros no abrimos bien la boca al hablar. Cuanto más cerrada la mantengamos mientras intentemos expresarnos, más difíciles seremos para comprender por parte de los demás. Es además una de las cosas que nos suelen criticar los profesores de inglés a los españoles, quienes nos dicen que hablamos con la boca muy cerrada y nos cuesta así más coger la pronunciación de su idioma.
- Practicar con trabalenguas es otro de los trucos que vimos durante mis estudios. Parece una tontería, pero la verdad es que haciéndolo poco a poco y fijándonos bien en la pronunciación, deteniéndonos, a la larga nos ayudará a hablar un poco más despacio y mucho mejor a la hora de ser entendidos por los demás.
- El hecho de que aprendamos a hablar más despacio nos ayuda también a controlar la respiración mientras estamos diciendo algo, lo que es muy importante para no sentir que nos quedamos sin aire y ponernos nerviosos y ser menos comprensibles para los que están a nuestro alrededor. Esta es la razón en parte de que la pausa sea tan importante a la hora de hablar. No se trata tampoco de hacer pausas dramáticas, está claro, ni de hablar como el ahora tan famoso diputado Rufián, simplemente consiste en no correr cuando decimos las cosas y quedarnos sin aire, de forma que lo último que digamos se entienda mucho peor.
Para los casos más extremos y para aquellas personas que con estas pequeñas pautas tengan aun así problemas para ser comprendidas o para expresarse correctamente, existe también la opción de hacer terapia con un profesional que es de gran ayuda en estas situaciones: el logopeda.